domingo, 11 de diciembre de 2016

Un friso sobre unas ruinas


Restos de la capilla del Château des Comtes de Comminges de (Bramevaque Francia). En esta fortaleza del siglo XII, se pueden distinguir diferentes edificaciones, lienzos y antemurales. Todo es sobrio y gruesamente amalgamado entre estas ruinas. Salvo un pequeño detalle: el friso decorativo alojado en el interior del ábside. No encontraremos muestra semejante de ornamentación en el resto del recinto fortificado. En el siglo XII todo tenía que tener un sentido práctico, útil o necesario. El único espacio para el arte, la imaginación, el diseño, se reservaba para el culto a Dios, embrión de las manifestaciones postreras del gótico, el renacimiento o el barroco. Podemos decir, arriesgadamente, que toda manifestación artística de hoy en día emana, de alguna manera, de la devoción humana por lo divino, lo trascendental que hay en nuestro interior.

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